Autos rojos Bestias impares




Escritura y lectura de poesía son experiencias que se entrelazan. La lengua poética, con latidos invisibles pero constantes, recrea figuras de una voz desdoblada –voz del yo que enuncia, voz del yo lector, retraída en imaginario silencio. El primer libro de un poeta es siempre un salto por encima de muros imperceptibles pero tan reales y consistentes como los de la piedra basalto.
Escribir poesía, ser poeta, exige creer en un comienzo, ese instante en que pareciera que aislar las palabras separa a quien escribe del mundo, o empieza el mito de otro mundo, como en el poema “Por si acaso”:

Por si acaso
quisiera decirte
que un tiempo atrás
yo no sabía
ni de poemas ni de palabras
y todo era un mito
como la niebla o la luz
en la primera mañana.

Jimena Repetto acepta comenzar, encender las lámparas, que es también desandar lo real para organizarlo inverso, paradójico o duplicado.

Liliana Ponce